martes, 22 de julio de 2014

¡Y MÁS MIRADAS DE MI NOSTALGIA PUERIL!

Como ya es bien sabido por todos los que sois habituales lectores de mi blog, y los que no lo sois os invito a serlo, mi pasión por E.T. el extraterrestre no tiene límite. 

La llegada del periodo estival es un momento en el que tengo más presente a este personaje cinematográfico, para mí ya convertido en un mito de mi vida. Sí, digo mito ya que para mí es algo más que una celebridad del cine y del merchan. 

Interesante bootleg de E.T.




E.T. es la personalidad que mejor protege los recuerdos de mi infancia, por lo que ver la película me supone un baño de lágrimas desde el inicio hasta el final. Efectivamente, lo fácil sería no verla más y así no sufriría ya que el verla me supone recordar en 115 minutos toda mi niñez. Pero me hace más daño el pensar que no soy capaz de enfrentarme a mi memoria pueril, la cual preservo hasta la saciedad.






Por esta época veraniega estaría de vacaciones en La Puebla de los Infantes. Bonito pueblo de la Sierra Norte de Sevilla, cuna de mi padre y mi abuelo, donde pasábamos nuestras vacaciones de fin de curso, o sea de verano. Estábamos deseando terminar el cole para el 1 de Julio aterrizar en el pueblo y todo lo que eso conllevaba. Para mi hermano y para mi suponía una liberación, ya que hacíamos cosas que habitualmente no podíamos hacer en Madrid, como por ejemplo pasarnos todo el día en la calle jugando con los niños del pueblo, unos autóctonos de allí y otros como nosotros, hijos de emigrantes andaluces que se fueron a Madrid (caso de mi padre), Barcelona (muchísimos), País Vasco y Francia a buscar un futuro mejor para ellos y para sus hijos, como fue el caso de mi padre. 

Imagen perteneciente a codigopostal.org

Fue aquí en la Puebla donde más me sentí como Elliot. La primera y más añorada bicicleta que tuve fue consecuencia directa de ver E.T. y de querer ser Elliot para que me pasara lo mismo que a él. Tengo que reconocer que también influyó ver la serie Verano Azul de Antonio Mercero, donde los niños protagonistas se pasaban todo el tiempo con una bici.
Aquí en la puebla lo tenía todo: una pandilla de amigos (esencial para montar en bici o al menos así nos lo vendieron en los 80 en infinidad de películas y series de niños y adolescentes), teníamos espacio para correr con las bicis (las calles del pueblo eran nuestro "territorio"), teníamos seguridad y tranquilidad (era difícil que nos pasara nada ya que por aquella época todas las vecinas solían conocer a todos los niños forasteros (como nos llamaban a los que ya no éramos de allí), había muchísima chiquillería de todas las edades, por lo que era fácil encontrar niños de tu misma edad con los que compartir experiencias, charlas, aficiones, ... y pasarlo en grande, pero lo más importante todos o la gran mayoría contábamos con una bicicleta.

En mi caso fue una Motoretta amarilla con la que aparte de sentirme el protagonista de la película E.T., me sentía la líder de mi grupo de amigos, jjj. Era necesario para que E.T. se me apareciera a mí y solo a mí.
Así fue mi bici.


Imagen perteneciente al blog bicinova

Este biciclo hizo que pasara grandes momentos en el pueblo, sobre todo a la hora de la siesta. A día de hoy sería una burrada solo el pensarlo. Pero cuando se es niño, no existe ni los golpes de calor ni se piensa en que en horas donde no hay nadie por la calle, solo algún motorista del pueblo que le ha quitado el silenciador de su moto para que haga más ruido y así fastidiar la siesta a los mayores, el canto de la chicharra y como no, el calor tan propio en "la tierra de María Santísima", te puede pasar algo. Recuerdo que me encantaba salir después de comer a darme una vuelta, ya que no había circulación y podía correr mejor por las calles, me iba a inspeccionar el terreno, a conocer lugares todavía no frecuentados por mi, ... etc. Además me encantaba pasar por delante de las casas, las cuales tenían cerradas las puertas de la calle (único momento del día en que se cerraban junto a cuando se iban a dormir), pues el resto del día estaban abiertas de par en par (eran como jornadas de puertas abiertas) y solía escuchar por las ventanas las sintonía de la vuelta ciclista. La verdad que no sé si era Tour, Giro o Vuelta, pero sé que se veía a los ciclistas correr. A mí, como a día de hoy, me aburría tanto la siesta, como el ver correr bicis, aprovechaba entonces mi tiempo haciendo cosas que me gustan. He de reconocer que había algo de los programas de los ciclistas que me encantaba, y eso era sus sintonías. De las cuáles recuerdo dos en especial que asocio a esta época de mi vida:


"Me estoy volviendo loco" (1982) del magnífico grupo del tecno-pop español Azul y Negro.



"Pánico en el Edén" (1984) del siempre recordado Tino Casal.


¡Qué recuerdos tan agradables!

En fin, ... la verdad que el verano además de para descansar me servía para evadir mi imaginación y por unos días sentirme al menos en fantasía y en el corazón como Elliot.

A día de hoy como tengo esa necesidad de reencontrarme de alguna forma con mi mito de la infancia, sigo adquiriendo muñecos E.T. De alguna forma hacen que tenga la sensación de ser Elliot. Y pienso que mejor porque aunque no pueda interaccionar y hablar con ellos, sí puedo tocarlos y lo más importante no se va a ir, jjj.

Dos versiones de Elliot (supongo que una será variante de la otra)


Quiero dar las gracias a los chicos de la tienda Toys'n'Soldiers de Madrid, situada en calle Fuente el Berro, 11 que de vez en cuando me dan alegrías como éstas. Se trata de la nave de mi extraterrestre favorito.


Uff, cómo me hubiera gustado haberla tenido de niña. Hubiera hecho sido una delicia tener la sensación de que de alguna forma E.T. aterrizaba nada menos que en mi casa. ¡Todo un sueño hecho realidad! 


No pudo ser, pero eso no ha impedido que con los años sí haya aterrizado, jjj. 






Os dejo con la magnífica  versión que hizo Walter Murphy (compositor y arreglista norteamericano) del tema principal de la película E.T. Este músico tuvo mucho apogeo en los finales años 70 cuando imperaba la música disco y él se encargó de convertir grandes clásicos de la música en fenómenos bailables en discotecas como fue el caso de la 5ª Sinfonía de Beethoven o el tema de amor de la maravillosa obra "Romeo y Julieta" de Tchaikovsky". 



Quizás para los puristas de la música en general y de la clásica en particular este tipo de versiones no les gusten nada. Hay que reconocer que si la obra de partida es buena y el compositor que la adapta es virtuoso, puede hacer una nueva interpretación que no tiene que envidiar a la original. Además, puede incluso llegar a más público al tener otros "sones" y permitir que la gente que le guste descubra e indague la original. 


















sábado, 14 de junio de 2014

Descubriendo a Mary Poppins

Todo empezó una tarde de sábado allá por los años 80. Recuerdo que estando en casa de mis abuelos llegó mi tío con la idea de llevarme al cine. Yo me puse como loca de contenta porque iba a ver algún estreno de moda del momento en pantalla grande y encima me llevaba mi tío. Lo que significaba: peli, palomitas y Coca-Cola. Jjj, parecerá una tontería pero antes si ibas al cine con tus padres no te compraban nada de chuches pues consideraban que te quitaban el hambre. Ya ves, ibas al cine a las cinco y supuestamente te quitaba el apetito para la cena, jjj) o lo que era peor te guarreaba el estómago y luego te ponías malo/a. Además cuando ibas al cine con tus padres lo hacías de higos a brevas, al menos en mi caso. Así que cuando mi tío venía con la idea de llevarme había que aprovechar, ya no tanto por ver un film en pantalla grande sino por el ritual que le acompaña. Pues sinceramente, ¿qué es ver una cinta en un cine sin comer tus palomitas y beber tu Coca-Cola? Lo mismo que ir al fútbol sin la bufanda de tu equipo y sin el bocata de tortilla.

Y ahí surgió el primer lío, ¿qué película quería ver? Mi tío me dio a elegir entre "El retorno del Jedi" (1983) y "Mary Poppins". Sí, efectivamente, esta última es más antigua de hecho se estrenó en España en 1965,  pero como solía ocurrir en los 80 se debió de reestrenar en aquel momento.

¡Uff, qué difícil decisión! Por un lado quería ir a ver aquella película donde salía esa canción tan pegadiza pero con una letra al menos en el estribillo, solo apto para lenguas de trapo. ¡Por favor!, ¡qué estrés!, solo el pensar que la tengo que repetir.


"Supercaligrafilisticoexpialidoso", he ahí la palabrita. Jjj, mucho sentido no tiene y mucho menos cuando lo dicen al revés, pero no sé porqué a los niños les gusta tanto.
Por otro, y el más importante para mí, estaba el de defender a capa y espada aquello en lo que creo, aquello que me define, aquello que me configura como persona ... defender mis gustos aunque vayan a contracorriente con los de la mayoría de las personas que me rodean y en tiempo. Así que no podía ser de otra forma, decidí ver aquel otro film que a día de hoy forma parte de una saga de fantásticas películas, que parece ser no van a tener fin, ya que los amantes de las mismas tampoco queremos que lo tenga y más y cuando eres amante de su merchan en todas sus facetas.

¿Sabéis cuál es? jjj, es muy fácil sobre todo si me seguís en el blog.




"El Retorno del Jedi" (1983), esa fue mi gran elección, de la cual no me arrepiento. Recuerdo que salí del cine encantada y enamorada de unos seres chiquitos y peludos que transmitían ternura y parecían peluches: Los ewoks. Sí, me encantaron. Hay muchos aficionados que consideran esta cinta como la más "infantiloide" por la aparición de estos seres. En cambio, otros fans la consideran fantástica. Francamente en el momento que fui a verla no me planteé nada de esto, solo sé que me encantó y que los ewoks me entusiasmaron.

¡Ay, qué pena! Suspiro, porque cuando eres pequeño a pesar de la seguridad que tengas siempre te pueden hacer daño ya que eres más débil y careces de estrategias para defenderte de los ataques provocados por la envidia por ser y querer ser tú.

Voy a evocar unos momentos ahora con el tiempo anecdóticos pero que por aquel entonces siendo yo una cría no lo fueron e hicieron que Mary Poppins se convirtiera en una película a la que le tengo una manía atroz.

En aquellos entonces en los que contaba con 7 años, tenía dos compañeras del colegio, que a su vez eran vecinas e íbamos en la misma ruta del bus escolar. ¡Menos mal que no estaban en mi clase ya que una era dos años mayor que yo y la otra uno menor! El caso es que siempre que estaban delante de mí, solían darme de lado usando la siguiente artimaña: se ponían a mi lado cotorreando a voces lo que hacían juntas los fines de semanas o los días que se juntaban (las familias de ellas eran muy amigas) fuera del colegio para que yo las oyera y así restregármelo a la cara. Ahora con el tiempo me doy cuenta que parece ser que no eran felices haciendo cosas juntas, sino que su satisfacción radicaba en intentar darme envidia de algo que ellas pensaban que me tendría que dar celos. ¡Qué pensamiento más simple tenían estas dos y qué poco me conocían!, jjj.
El caso es que en una ocasión me dijeron que habían ido a ver una película en pantalla grande, que contaba la historia de una señora que venía del cielo con un paraguas y que iba a casa de unos niños muy malos para cambiarlos y hacerlos más dóciles con sus padres. A mí la verdad que me dio igual pues el argumento que me dieron me pareció aburrido y poco original, pues yo ya estaba harta de ver filmes de Disney u otra productora donde se contaban cosas parecidas. Como ellas notaron que no las hacía caso, se les ocurrió la brillante idea de tararear una canción a modo de código secreto que salía en la cinta en cuestión y recuerdo que la canturreaban con miradas cómplices para sacarme de mis casillas de alguna forma. A veces pensaba que lo hacían para meterse ya no conmigo, sino con mi familia, en concreto con mi madre. Y eso sí que no lo soportaba.
Invoco como entonaban la serenata en cuestión mirándose con risitas maquiavélicas y de complicidad y decían aquello de: "... Si hay un poco de azúcar esa píldora que os dan, la píldora que os dan pasara mejor...". En aquellos momentos, me sentía mal no porque hubieran ido a ver una película que triunfaba, y que supuestamente, al ser yo una niña tendría que haber elegido en lugar de ir a ver El Retorno del Jedi, la cual la solían elegir los niños. Sino por cómo me lo restregaban para intentar fastidiarme. Al final yo aguantaba el chaparrón de tonterías en silencio y con mirada de pena  deseando llegar a mi casa para echarme a llorar con mi madre y contarle lo sucedido. 
Eso sí, no lo dudéis siempre con la cabeza muy alta y orgullosa de no haberme dejado manipular por la publicidad de la época, o por el hecho de lo que supuestamente me debía de gustar por el solo hecho de ser niña, y haber ido a ver a mi Darth Vader, a Yoda, a R2D2, a C3PO ... y por supuesto a mi gran descubriento, los Ewoks. 


¡Madre de Dios!, si ellas supieran que esa canción que tanto alababan me parecía, al menos saliendo de sus bocas, absurda y sin ningún sentido ... porque vaya tela, sinceramente lo de la píldora, jjj.





Quiero destacar dos momentos interesantes y divertidos en esta canción: los pajaritos que son maquetas pero que en su momento serían lo más grande en tecnología y que los niños cuando irían a verla ni se darían cuenta y por supuesto el final, cuando la Mary Poppins del espejo canta y la otra la llama descarada, jjj. Sencillamente, ¡memorable!

La verdad que este suceso desagradable asociado a este film no ha favorecido mucho que tuviera mucho interés posterior en verla. Al contrario ha conseguido que la fuese teniendo manía.




Pasaron los años y por los iniciados años 90 un buen día anunciaron que echaban por televisión Mary Poppins. Me dije, ¡uhi! habrá que verla. Pero en mi inconsciente estaba la experiencia grabada. Así que aproveché para verla. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: ¡No me gustó nada!, es más ¡me aburrí de lo lindo!

En el presente de mis días, la sigo rehusando y me da coraje porque ya no sé si la rehuyo  por aquel episodio de mi infancia, o si lo hago porque directamente no me gusta, no me llena o atrae.

Para mí no es justo, porque en el fondo no le doy una oportunidad. Lo reconozco, pero no puedo. Me cuesta deshacerme de esas cadenas a las cuales va atada en mis recuerdos. 

Si es verdad, que la temática de la película, no me es atrayente y mira que me gustan los musicales, es decir, aquellos filmes que sin saber porqué en un momento dado y sin venir a cuento, jjj, los actores dejan de hablar y se ponen a cantar y bailar. Y por supuesto,  ¡qué me encantan las pelis de Disney! sobre todo en las que se mezclan humanos y dibujos como sería el caso de ésta. Pero particularmente, no soy seguidora de las historias protagonizadas por niños traviesos, cuyos padres no son capaces de hacerse con ellos y necesitan la ayuda de un ser mágico a los ojos de los pequeños. En este caso, una mujer que baja del cielo sin saber de dónde ni porqué,  con un paraguas y una vestimenta poco glamurosa. 



Francamente, le da un aspecto más "rollo Rotenmeyer" pero que la gran Julia Andrews lo dulcifica con esa apariencia dulce y angelical que tanto la ha caracterizado. E intentará meter en vereda a unos niños desobedientes, consentidos, con exceso de bienestar y faltos de límites que en cierto modo intentan llamar la atención de sus padres ya que se sienten soletes. Y esta mujer con cariño, paciencia y muchas atenciones les dará una lección que no olvidarán en sus vidas. Al final los niños, como suele pasar en este tipo de películas se transformarán, de la noche a la mañana, y dejarán de ser traviesos y madurarán (para mí dejan de ser niños y se convierten en miniadultos, ¡qué pena!). De tal manera que dejarán de necesitar a Mary Poppins, la cual se irá como ha venido con su paraguas y volando hacia el cielo en dirección de alguna casa con niños con problemas parecidos.


jjj, mirándolo bien, esta película es más de CCFF que la propia Guerra de las Galaxias, porque mira que ir y venir volando con un paraguas...

Reconozco que si quitáramos el argumento e hiciéramos un montaje solo con los números musicales a modo de documental ya hablaríamos de otra cosa. Pues me parecen fantásticos, de una imaginación y creatividad solo digna de los más grandes.


El otro día en una feria del juguete, de las múltiples que frecuento, me encontré con estas figuritas de plástico.




Fue curioso porque al verlas me acordé de uno de los protagonistas de Mary Poppins, al deshollinador. Interpretado por el entrañable Dick Van Dyke.




Y sentí algo que nunca había sentido, cariño por este personaje. Lo que me hizo reflexionar, pues si siento afecto por un personaje de una película que he llegado a odiar es porque algo en mí está cambiando. O mejor dicho algo estoy superando por lo que decidí comprar las cinco figuritas. La verdad que son bastantes curiosas y raras. No tengo ni idea ni de qué marca son, ni del año, ni mucho menos donde salían. Me da igual, ya que si me hacen mirar con otros ojos una obra de arte como puede ser Mary Poppins bienvenidas sean.






No sé, si me ayudarán a ver nuevamente el film pero lo que está claro es que me ha dado la oportunidad de escribir esta entrada dedicada a Mary Poppins, hecho que en la vida me habría planteado.

Sin duda esta es la canción que más me gusta del film.


En fin ..., decir que me siento muy orgullosa de en su momento decidir ir a ver Star Wars Episodio VI ya que reafirmé mis principios, mis ideas, no me dejé influenciar. Gracias a ello he podido disfrutar a lo largo del tiempo de mis aficiones sin complejos. Lo que han hecho de mi infancia una maravilla, contando desde luego con el apoyo siempre incondicional de mis padres, la ayuda de mi hermano y por supuesto contando con mi abuela Pepa que ha hecho realidad muchas ilusiones gracias a ser ella mi heroína de los muñecos. Gracias a todos ellos he podido vivir sin complejos, con ilusiones, con una gran capacidad de decisión, atendiéndome a las consecuencias que me podrían acarrear mis decisiones, libre de todo tipo de ataduras mentales (es decir, sin prejuicios), aprendiendo a ser responsable y respetuosa, con un alto sentido del deber ... todo ello me ha moldeado como adulto libre, feliz, con muchas ilusiones y cosas por hacer y descubrir. ¡Qué satisfecha me siento que un buen día decidiera ir a ver Star Wars  en lugar de Mary Poppins!. Ocasiones siempre van haber para hacer o ver cosas, pero para ser feliz en el día a día no siempre las hay.

















lunes, 19 de mayo de 2014

Revista Figuras en Acción - Número 10

Me complace nuevamente presentaros el número 10 de la revista Figuras en Acción, de la cuál soy colaboradora y lectora. Para todos aquellos que sois coleccionistas de muñecos, en especial de los 70 y 80, o simplemente sentís curiosidad y añoranza de vuestros juguetes de infancia, quedáis invitados a daros un paseo en el tiempo a través de la lectura amena y agradable de las páginas de esta revista.

http://www.bubok.es/libros/233525/REVISTA-FIGURAS-EN-ACCION-NUMERO-10--MAYO-2014

REVISTA FIGURAS EN ACCIÓN NÚMERO 10 - MAYO 2014

domingo, 4 de mayo de 2014

UNA SEMANA MUY ESPECIAL

Si hay una semana en el año que es especial para mí esa es sin duda la Semana Santa. Desde muy pequeña recuerdo esta semana con cierta dosis de misterio. Era una semana mágica, envuelta de misticismo, de tradición. Era el momento del curso, siempre en el segundo trimestre, que estabas deseando que llegara para hacer el parón de los diez días reglamentarios. Días en los que podías descansar, pero siendo niño casi no parabas y no te daba tiempo casi ni a aburrirte, por lo que no echabas de menos la vuelta al colegio. Digamos que eran las vacaciones ideales, en su justa medida. Siempre las evoco de forma muy singular.




Como niña que era y con la imaginación que me caracterizaba, siempre tendía a idealizar este período. Sabíamos que era el momento en que nos íbamos de vacaciones a la Puebla de los Infantes, perteneciente a la maravillosa Sierra Norte de Sevilla y cuna de nacimiento de mi padre.



Algunas veces, las menos, terminábamos en la playa, pero siempre envueltos en esa atmósfera tan mágica que para mí tiene la Semana Santa. Era la época del año donde se hacían unos dulces que habitualmente no se comían: torrijas y pestiños. A mí no me gustaban ni me gustan, pero a mi madre le apasionaban y los recuerdo por ella. Por supuesto, todos los viernes de cuaresma y muy en especial el Viernes Santo, mi madre aprovechaba para hacer su añorado potaje con bacalao (evocado por mi padre y hermano pues yo lo detestaba), sus tiznaos de bacalao, el susodicho pescado en tomate, etc. Para mí era una tortura pues a parte de no gustarme el pescado, por aquella época todavía no habíamos descubierto que era alérgica a todo lo que provenía del mar. Era y es la temporada en que tanto la Sierra Norte de Sevilla, como el pueblo y, por supuesto, Sevilla más hermosos están. Temperatura ideal, color especial, olores embriagadores, etc. Qué más puedo decir...


La Puebla de los Infantes. (Imagen tomada de andaluciarustica.com)


Pero si hay algo que me hechizaba y sigue fascinándome son los desfiles procesionales. Me llamaba mucho la atención el tema de los nazarenos, con sus túnicas de cola o capa, sus capirotes, sus diferentes colores, haciendo su estación de penitencia de acuerdo a sus creencias, acompañando a "sus Cristos" y a "sus Vírgenes" en esa representación del calvario que debieron de pasar en su momento el uno y el otro.


Y por supuesto, no lo puedo evitar, la música cofrade. Es una maravilla ver un desfile procesional al son de los tambores y cornetas que suelen acompañar el paso de Jesús y  las bandas que acompañan a las Vírgenes, sobre todo en Andalucía y muy en particular en Sevilla, que permiten a los costaleros "mecerlas"  con esos pasos largos o pequeños, medidos y conjuntados siempre que hacen que te olvides de quienes sufren debajo del paso. Jjj, entiendo que haya gente que esto no le guste o que no comprendan porqué hay que tocarles música, ya que se supone que es lo más parecido a un entierro o funeral, pero son formas diferentes de entender el dolor y eso depende  del carácter e idiosincrasia de un pueblo. Al final, las diferentes formas de entender la Semana Santa a nivel religioso, ya sea con sobriedad o con "folclore", es lo que la enriquece y le da la fama que se merece y ambas formas merecen su respeto.



Para mí el significado de la Semana Santa traspasa la frontera de lo religioso, forma parte de lo que yo llamo raíces familiares. Es algo de mi cultura familiar, en definitiva de las tradiciones familiares, las cuales forman parte de mi vida, han influido en mi infancia, me han modelado como persona y no puedo renegar de ellas.
Por todo ello, tanto mi hermano como yo la hemos vivido muy de lleno. Ambos hemos sido cofrades, de hecho mi hermano sigue siéndolo de la Macarena y mi madre lo fue del Señor de Sevilla
(el Jesús del Gran Poder). Hemos participado de ella de forma activa y no lo podemos evitar, nos emociona sin saber porqué, tanto que ni yo misma a veces lo entiendo, pero tampoco me preocupa buscar una explicación científico-filosófica. Como digo es un tema de emociones de la infancia y que en el fondo no quieres perder.






Y por supuesto el cine. ¡Cómo no iba a estar presente en estos momentos ! También es muy responsable de que me guste tanto esta momento del año. Desde niña tengo en la memoria que en estos días, muy especialmente, el Jueves y el Viernes Santo, no podía ser de otra forma: "Días Santos, cine Santo". Rememoro películas clásicas que echaban y echan por la televión, films como Ben-Hur, Quo Vadis, Rey de Reyes, Barrabás, La Túnica Sagrada, ...,

Fantástico Charlon Heston


y otras más modernas y por supuesto atrevidas como La última tentación de Cristo.



En fin ... como no podía ser de otra forma mi pasión por la Semana Santa se termina materializando en muñecos. En este caso os voy a presentar mi pequeña colección de figuras de PVC que Comansi/Yolanda han hecho para tal fin, o al  menos se venden en esta época y en Sevilla que es donde las encuentro.
Son fantásticas sobre todo si te gustan los nazarenos.









Esta entradita se la dedico íntegra a mi sobrino Nicolás, el cuál ha hecho por primera vez este año estación de penitencia con su hermandad de San Gonzalo, en Sevilla. Supongo que esa pasión que siente por la Semana Santa lo lleva en los genes. Para él es la semana más importante del año, con sus siete añitos recién cumplidos, ni Reyes, ni cumpleaños, ... Semana Santa.









miércoles, 9 de abril de 2014

CHICLE BOOMER

Si hay algo que me gustaba cuando era una peque era comer golosinas. ¡Qué recuerdos! ¡Me encantaba!

Había dos momentos sagrados en los que obteníamos golosinas mi hermano y yo.

- Uno estaba claro, cuando íbamos a casa de mi abuela. Además de las chucherías que nos solía tener en su casa para cuándo llegáramos, nosotros sabíamos que había un momento mágico a lo largo de la tarde y el cuál deseábamos que llegara. Ese momento era aquel en que nos íbamos a dar una vuelta mi madre, mi hermano y mi abuela por el barrio y después terminábamos en nuestra adorada Cacharrería donde conseguíamos algún que otro tesorito. A continuación nos íbamos a una magnífica y añorada por mí, fábrica de patatas fritas, que estaba ubicada en la Corredera Alta de San Pablo y que a día de hoy por desgracia ya no existe, pero me gusta seguir pasando por allí y pararme en el local y dejar volar mi imaginación, para traer por breve momento aquellos recuerdos de mi infancia que se desarrollaron en aquella tienda y que me hicieron tan feliz. Me encantaba llegar abrir la puerta y pasar solo para recrearme en el olor a variantes y patatas fritas.¡Madre mía, parece que lo estoy oliendo ahora mismo! Recuerdo que comprábamos aceitunas (la pasión de la familia), patatas fritas (para ver el partido de fútbol del sábado por la tarde noche) y por supuesto lo que se nos antojara tanto a mi hermano y a mí. Desde bolsas de gusanitos rojos (cuanto más mancharan las manos y pringosas se nos pusieran mejor), pajitas, triskis (sagrados) y por supuesto chicles (de bola, cheiw, bang bang y los boomer).¡Qué añoranza! Cada vez que paso por allí no puedo evitar que me asome una sonrisa por la cara, ya que cuando eso ocurre es que estoy en otro tiempo que fue delicioso.

- Otro momento era el del domingo por la mañana, cuando mi madre iba a comprar el pan y se pasaba por el kiosko del barrio y además del periódico deportivo para mi hermano y para mí, nos traía una bolsita de triskis a 10 pesetas y dos chicles a 5 pesetas, excepto cuando traía el bolón que costaba sino recuerdo mal 10 pesetas.

El resto de los días ni las olíamos. Es más creo que ni nos acordábamos de que existían, jjj.

Bueno pues entre todas las golosinas las que más ansiaba eran los chicles. Quizás porque eran los que más averías nos producían en los dientes, quizás por esos sabores tan intensos que tenían, quizás porque cuando te cansabas te lo sacabas de la boca para verlo y te lo volvías a meter y las manos se te quedaban ideales de pringosas para ponerlas en el sitio más inoportuno según tus padres, quizás porque podías hacer bombas con ellos, .... Pero si hay una razón de peso en mi caso está claro, esa es el cine. Recuerdo que la mayoría de los personajes de las películas que veía, sobre todo las que estaban hechas en los 80 y estaban dedicadas a los niños y adolescentes, los protagonistas solían hartarse a mascar goma o al menos los más rebeldes que solían ser los que más molaban.

Un film que me influyó mucho fue sin duda Grease (1978). Poco voy a comentar de esta fantástica película que no puedo dejar de ver cada vez que la echan en la televisión, ya que es un clásico conocido por todos. Aquí los personajes, sobre todo los masculinos, no paraban de mascar chicles dándoles esa actitud chulesca y de tipos duros que a los mitómanos nos encanta. Solemos justificarlos bien porque nos da la sensación de que son chavales incomprendidos por su entorno, bien porque no han tenido una buena infancia o sencillamente porque es propio de la adolescencia. En cambio con las chicas no pasaba lo mismo. Aquí ya tomaban un matiz diferente, o al menos a mí la información que me llegaba era distinta, que si lo tomaban los chicos. Las que lo mascaban daban la sensación de o de tontonas o de rebeldes, por no decir de "ligeritas de cascos".



Yo debido a esa percepción me identificaba con ellos y no con ellas, me gustaba el estilo de chulería granuja de adolescente que tenían ellos. Quizás en mi caso esta fue una de las causas por las que me empezaron a gustar los chicles, jugando a identificarme con ellos, ojo no con ellas.

Recuerdo la gran cantidad de tipos de chicles que he tomado, pero los que rememoro con más cariño y han formado parte de mi mundo de golosinas esos han sido sin duda los siguientes: los fantásticos Cheiws, los fabulosos Bang Bang y por supuesto los Boomer.


La melodía de este anuncio me encantaba pues me recordaba ese aire de chulería y frescura al mismo tiempo que me transmitía la película de Grease.




Y en los Boomer me voy a centrar. Ya que recientemente he obtenido esta magnífica pieza.


¡Qué maravilla! Se trata de una hucha con forma de la cabeza del digamos protagonista del chicle Boomer. No sé a vosotros pero a mí este individo me recuerda, guardando la distancia y por su elasticidad al superhéroe de los Cuatro Fantásticos, el Hombre Elástico o Mr Fantastic.






El artículo que he obtenido es del merchan del chicle. Y yo que soy una amante de los muñecos y del merchan de mi infancia, no me he podido resistir a quedármela.



Este chicle era ideal, por sus sabores clásicos: fresa, menta, cola y por aquellos más atrevidos: melón, sandía, Coca Cola, mandarina, clorofila, fresa ácida natillas,... Y por supuesto nos hizo las delicias con su formato llamado kilométrico. 



Venía en una caja redonda enroscadillo, ibas tirando y comiendo, dando la sensación que era larguísimo, aunque dudo mucho que fuera así. La verdad, que cuando eres pequeño todo lo que te gusta te parece fabuloso y no le ves los defectos. Esa es una de las maravillas de la mente de los niños, su limpieza e ilusión.




En fin,... gracias a las golosinas en general y a los chicles en particular puedo dejar volar mi imaginación y permitir que afloren todos mis recuerdos de niñez asociados a ellos y que al evocarlos hacen que me sienta muy bien.